Esta región francesa se sitúa en el centro-noroeste del país y visitarla es como retroceder a la Edad Media. En Borgoña abundan los castillos, las villas ducales y verdes paisajes de viñas repartidos entre sus cuatro departamentos: Còte d’Or, Nièvre, Saône y Loire y Yonne. La primera foto de la historia, realizada por el lugareño Nicéphore Niépce, tuvo como fondo un paraje borgoñés y es que la belleza de Borgoña bien merece ser fotografiada.

Tierra de vinos, no solo el turismo enológico está muy presente en esta región, sino que las construcciones religiosas poseen igualmente gran importancia. De hecho, tres monumentos de tipo religiosos fueron declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO. Se trata de la Abadía de Fontenay, la basílica de Santa María Magdalena y la iglesia de La Charité-sur-Loire.  La Abadía de Fontenay, situada en  Marmagne (Côte-d'Or), es uno de los monasterios más emblemáticos de la arquitectura cirstencence que, a pesar de ser fundado en 1118, conserva sus instalaciones en perfecto estado. Por su parte, la basílica de Santa María Magdalena, situada en la colina de Vézelay, conocida también bajo el nombre de colina eterna, reúne a numerosos peregrinos que, o bien continúan su caminata hasta Santiago de Compostela, o simplemente acuden a rendir homenaje a la Virgen Magdalena. Por último, la iglesia prioral de La Charité-sur-Loire forma también parte del camino de peregrinación santiagués y su ubicación permite contemplar de cerca uno de los hermosos puentes que atraviesa el río más largo del territorio galo: el Loira.

Las ciudades que componen esta región tienen un aire diferente. Entre ellas destaca Auxerre, capital del departamento de Yonne, que conserva todo el encanto de antaño. La hermosura de sus casas y el ambiente de sus calles hacen a uno sospechar si se encuentra ante un decorado, pero no: Auxerre es así de auténtica. La Abadía de Saint-Germain, la catedral de Saint-Etienne, la iglesia de Saint-Eusèbe y la torre del Reloj son de visita obligada.

No menos importante es Dijon, capital del antiguo ducado de Borgoña, situado en Côte d’Or a orillas del río Ouche. Conocida en la Edad Media como la ciudad de los 100 campanarios, a pesar de no conservarlos todos en la actualidad, posee un gran patrimonio histórico entre el que destaca el Palacio de los Duques y de los Estados de Borgoña. Se trata de un castillo ducal reconstruido en el S.XIV para convertirse en palacio, en el que hoy en día sus magníficas salas albergan exposiciones. 

Dijon posee igualmente numerosas iglesias como la catedral de St-Bénigne o la iglesia de San Miguel. La leyenda dice que para alcanzar la buena suerte uno debe acudir a la iglesia de Nôtre Dame de Dijon y alcanzar con la mano izquierda la lechuza, símbolo de la ciudad, que está esculpida en su fachada. Otros lugares a visitar serían la cartuja de Champmol, construida en el S.XV para albergar en su interior la tumba del duque Felipe de Borgoña o la abadía de St-Bénigne. Tampoco faltan museos que den cuenta de la historia de esta ciudad ducal  como el  Museo de la vida borgoñona, el Museo Magnin o el Museo de arte sacro. Los amantes del arte contemporáneo se maravillarán en el museo Le Consortiun y los que prefieran pasear por entornos naturales también verán sus deseos cumplidos con jardines tan hermosos como el Jardín Darcy o el Parque de la Colombière.

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