Cuando llega el verano y el buen tiempo la Alemania más romántica adquiere un tono y un encanto especial. El largo invierno se despide del estado de Renania-Palatinado al sureste del país dando paso a un clima mucho más generoso y acogedor. El final de la primavera y el verano son, por tanto, la mejor época del año para viajar y descubrir las maravillas que nos ofrece la zona del Alto Valle del Rin Central, declarada Patrimonio Universal por la UNESCO, aunque también con los colores del otoño el valle del Rin adquiere una tonalidad maravillosa.

Existen diferentes rutas para visitar la llamada Alemania romántica pero la opción del crucero fluvial por el Rin es, sin duda, la más pasional. Un viaje en el tiempo que os trasladará a un mundo de leyendas y paisajes mágicos, más propios de un cuento de hadas que de la vida real.

Desde Rüdesheim hasta St. Goarshausen, pasando por diferentes localidades tales como Bingen, Assmannsh, Trechtingshausen, Lorch y Bacharach entre otras, podréis fantasear ante la imponente presencia de castillos medievales y solemnes acantilados. Todo ello presentado en un marco paisajístico sin igual, dominado por el verdor del paisaje y reflejado en las serenas aguas del río Rin. Sin olvidar la belleza singular de sus pueblos medievales, así como como la influencia celta y romana de las localidades que visitaréis a lo largo de este recorrido fluvial.

Cabe destacar también, además del aspecto romántico de esta zona, su tradición vinícola y sus viñas empinadas. Tanto en Bingen como en Assmannsh, nuestras primeras paradas, existen numerosas actividades relacionadas con el vino: visitas guiadas por las viñas, catas de vino y culinarias, o incluso visitas nocturnas a los viñedos que culminan con una cata alrededor de una hoguera hecha con las cepas viejas de las propias vides.

Al otro lado del río, en Trechtingshausen, nos recibe el imponente castillo de Rheinstein, construido en el año 900, convertido en ruinas en el siglo XVIII y restaurado a mediados del siglo XIX. Siguiendo nuestro recorrido llegamos a Lorch, donde sus típicas casas de madera blanca y granate con sus balcones llenos de flores y sus calles empedradas nos dan la bienvenida. Antes de abandonar este pequeño pueblo, no podemos dejar de visitar la iglesia gótica de San Martín y el castillo de Nollig. En Bacharach, una pequeña localidad con más de mil años de antigüedad, encontramos sus 16 torres construidas en la Edad Media para defender la fortaleza y perfectamente conservadas hasta el día de hoy.

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