Hungría, la tierra de magiares, es una república situada en Europa central con una extensión de 93.030 km², repleta de hermosos paisajes e interesantísimos monumentos. Hungría es, ante todo, un país de vinos y aguas termales. 

Su capital, Budapest, divida en dos mitades por el paso del río Danubio, es la ciudad más atractiva del país y una de las más bonitas de Europa siendo además el centro político, administrativo y comercial del país. Tanto en Buda, zona señorial, como en Pest, la parte más moderna, se pueden visitar interesantísimos monumentos tales como el edificio del Parlamento o el Castillo Real de Buda. Y si toda Hungría es tierra de aguas termales, uno de sus balnearios más célebres se encuentra en la capital. Se trata de los baños turcos más antiguos de la ciudad, el balneario Kiraly, bajo cuya cúpula central, por la que se filtran de manera directa los rayos de sol, uno se puede relajar verdaderamente.

Pero por muy espléndida que luzca siempre Budapest, existen en Hungría otros lugares que uno tampoco debería perderse como el Lago Balaton, en la región de Trasdanubia, a unos 100 kilómetros al Sudoeste de Budapest. Se trata del lago más extenso de Europa Central, conocido como el Mar de Hungría, combina su belleza paisajística con la hermosura de los pueblos que lo rodean como Keszthely o Siófok. Debrecen, la segunda ciudad más poblada del país, situada a 220 kilómetros de Budapest, es también un buen destino. La Gran Iglesia de Debrecen, de intenso color amarillo, es el principal reclamo de la ciudad así como el mayor santuario protestante de Hungría. Los amantes de la naturaleza podrán recrearse en el Gran Bosque de Debrecen con zoológico y parque de atracciones incluido. La oferta cultural de esta ciudad tampoco es despreciable. Destacan el Museo de Arte Moderno y el Museo Déri. En medio de Debrecen y Budapest se encuentra la ciudad de Eger, conocida por su castillo, Egri Vár, situado muy cerca de la célebre Plaza de Dobó István. Se trata de una fortaleza, levantada en el siglo XIII, ampliada, destruida y reconstruida; visitar su bastión es obligatorio puesto que conserva todo el encanto de un lugar histórico. También desde el minarete de Eger, de unos cuarenta metros de altura, podrás disfrutar de una vista magnífica de la ciudad. La Iglesia Minoritaria de San Antonio, considerada una de las construcciones más bonitas del barroco húngaro; la catedral de Eger, Egri Bazilika, o las Casamatas son otros de los lugares a visitar.

Gyor es otra de las más bellas ciudades búlgaras conocida también como ciudad de los ríos puesto que es atravesada por los ríos Rába, Rábca y Mosoni-Duna. Su barroco centro histórico repleto de edificios color pastel con hermosos balcones cerrados es también un importante centro religioso para católicos y evangélicos. La Iglesia Carmelita, la  Iglesia de San Ignacio o la Basílica de Gyor son testimonio de su importancia. El Ayuntamiento y el Castillo del Obispado son otros de los símbolos de la ciudad. También cerca de la frontera con Eslovaquia se encuentra la joven ciudad de Tatábanyia. En sus colinas resalta la estatua del Ave Turul, una de las más grandes de Europa. Esta estatua de quince metros de altura y realizada en bronce conmemora la victoria en la batalla de Bánhida, barrio en el que se encuentran interesantes yacimientos arqueológicos de la época romana y de la Edad del Bronce.

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