A sesenta kilómetros de Florencia está ubicada la ciudad medieval de San Gimignano, cercada de murallas e inconfundible entre el verde decorado de la campiña toscana.

Esta población posee un patrimonio muy rico que surge como consecuencia de un par de siglos de esplendor (XIV y XV), cuando los nobles de la zona se instalaron en esta comuna libre y competían por ver quién levantaba la torre más alta. De esta forma surge un paisaje con 13 torres, muy lejos de las 72 torres proyectadas.

Antes de visitar esta ciudad, es bueno conocer que la parte antigua tiene restringido el paso de coches por lo que se han acondicionado grandes aparcamientos en la entrada donde ha de dejarse el vehículo y comenzar el recorrido por este lugar.

La ciudad posee unas empinadas callejuelas que conducen a las principales plazas. El corazón de la ciudad tiene cuatro plazas: Piazza della Cisterna, Piazza Duomo, Piazza Pecori y Piazza delle Erbe; las calles principales son: Via San Mattero y Via San Giovanni, que cruzan longitudinalmente la ciudad. Además San Gimignano conserva una muralla medieval con cinco entradas.

La parte más memorable de la visita a San Gimignano es la Collegiata y sus hermosos frescos que decoran los muros laterales de su nave; fue Catedral hasta que San Gimignano dejó de ser arzobispo. Aunque estos frescos no sean los más famosos se caracterizan porque existen pocos frescos tan extensos y con tanto encanto como los de esta Collegiata.

La Piazza della Cisterna pegando a la Piazza Duomo, es de forma triangular, rodeada de palacios y torres medievales, pavimentada como en la Edad Media y, en el centro de ella, de ahí su nombre, se ubica un pozo del siglo XIV. Ésta es la antigua plaza del mercado y es la más típica y encantadora de la ciudad.

El Palazzo del Popolo o Palacio Comunal en Piazza Duomo es actualmente la sede de las autoridades comunales, se accede a él por una escalera que sube desde el patio interior. Se trata de uno de los edificios más importantes de San Gimignano, sede también delMuseo Civico en el que se exponen obras que estaban desperdigadas por diferentes museos de la ciudad, cuadros sobre todo de tema religioso.

Sin embargo, lo más impresionante de esta pequeña población son sus torres de piedra gris blanquecina. Existen muchas historias sobre las ambiciones que llevaban a los nobles a construir unas torres cada vez más altas, costumbre que también se reflejó en otras ciudades como Florencia donde hubo también más de un centenar de torres.

Se dice que los ventanales y agujeros de las torres servían para unir por el aire y mediante pasarelas unas torres con otras; de este modo, se relacionaban los nobles con las familias aliadas y se protegían entre sí ante las disputas urbanas.

Lo cierto es que actualmente esta población atrae especialmente al viajero por el bello espectáculo que forma el paisaje de las torres elevándose sobre los tejados. Un lugar excelente para contemplar esta imagen es el alto de la colina donde está ubicado el castillo Rocca di Montestaffoli, semiderruida fortaleza de mediados del siglo XIV, interesante simplemente por la panorámica que ofrece.

Temas: San-Gimignano medieval