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Para llegar a Ginebra, tienes que encontrar la embocadura del Lago Leman en el Ródano. Y aquí mismo vas a asistir al espectáculo que por derecho propio se ha convertido en una de las imágenes representativas de la ciudad. La Gran Fuente o Jet d’Eau, tuvo un origen prosaico, en absoluto relacionado con la  expresión de la belleza en que se convertido. Su función primitiva fue la de la aliviar la presión de los conductos hidráulicos. Tampoco su emplazamiento originario se estableció en el mismo lugar que ahora. Fuera cual fuera su intención inicial, lo cierto es que esta fuente que alcanza los 140 metros de altura se ha convertido en uno de los reclamos turísticos más señalados del lago.

La actual Ginebra es un ciudad moderna, preocupada por mantener su herencia histórica y empeñada en escribir la venidera. Diecinueve organizaciones internacionales tienen aquí su sede, desde la Central Europea de la ONU, a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el Alto Comisariato de las Naciones Unidas para los Refugiados, (ACNUR), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y, por supuesto el Comité Internacional de la Cruz Roja, entidad fundada precisamente aquí, entre otras.

La presencia de delegados de todo el mundo en dichas organizaciones hace que Ginebra sea una de las ciudades en las que lo que se ha dado en llamar multiculturalidad adquiere su auténtico significado. El presupuesto ginebrino para actividades culturales es de un 20% del total, lo que la convierte en destino obligado de quien desee asistir a eventos culturales de todo tipo. Con 40 teatros, grandes orquestas y orquestas de cámara, cine, danza, festivales y sus (también 40), museos patrocinados por importantes mecenas, Ginebra es un paraíso para quienes cultivan la curiosidad.

Geneva es una ciudad practicable. Tanto si quieres caminar como si utilizas el transporte público te será sencillo recorrerla y disfrutar de una arquitectura de tradición calvinista cuyas máximas son la sobriedad y la funcionalidad, nada de excesos. Una buena muestra es la Catedral de San Pedro, con su sorprendente columnata frontal, desde cuyo mirador podrás dominar la ciudad a tus pies. Bajo ellos, bajo tus pies, debajo de la catedral, se encontraron excepcionales mosaicos fechados en época romana, así como restos de una primitiva basílica paleocristiana. Ginebra no es siempre lo que aparenta. Tras su fachada de austeridad se esconden refrescantes sorpresas.

A no demasiada distancia del centro vas a encontrar el corazón de la bohemia ginebrina. Artesanos y artistas de todo el mundo se dan cita en esta porción de Italia que Victor Amadeo de Saboya quiso emplazar precisamente este punto. Los restaurantes y cafés más vanguardistas los vas a poder visitar aquí, en Courage. La iglesia esférica de Santa Trinidad, la enorme silla de la Plaza de las Naciones y sobre todo, el barrio de Les Grottes, certifican que la vocación Ginebrina es la de la evolución hacia lo sorprendente. No puedes irte sin conocer Les Grottes. Una arquitectura surrealista, de formas, líneas y colores imposibles coinciden en un barrio con el que no vas a poder comparar nada de lo que hayas conocido hasta ahora.

En fin, viajero, a Ginebra hay que conocerla y tratarla para darse cuenta de que esconde más maravillas de las que muestra.

Temas: Ginebra monumentos