Dubrovnik como capital de Croacia, aporta a este país magia, monumentalidad y futuro. Esta ciudad se ha visto golpeada a lo largo de los siglos por terremotos y guerras y, aún así, ha conseguido sobrevivir y embellecerse con el paso de los años.  Dubrovnik es un lugar encantador, su emplazamiento en la escarpada costa de Croacia otorga al viajero impresionantes vistas de sus acantilados cortados, pero también agradables playas con aguas mediterráneas transparentes.

Dubrovnik, anteriormente llamada Ragusa, también es conocida como La Perla del Adriático, por ser una hermosa ciudad bañada por estas aguas, y por el brillo y claridad de las calles del Casco Antiguo.

La ciudad está rodeada de murallas de 25 metros de altura y 6 metros de ancho; su historia se remonta a los siglos XIII y XIV, años en las que se construyeron, pero ante la amenaza del pueblo turco en el siglo XV se refuerzan, creándose otros muros que protegen el Casco Antiguo.

Actualmente las murallas se pueden disfrutar y pasear. El recorrido se suele iniciar en la puerta Pile, desde aquí se visualizan ya los característicos tejados rojos de las construcciones de esta ciudad y el paisaje increíble del mar a los pies de las murallas.

Por la entrada Pile, a unos pasos, se encuentra la fuente Onofrio, construcción muy grande y un paso obligado para los turistas. La fuente fue levantada en 1.438, pero dañada posteriormente por los terremotos y por la guerra de los Balcanes. Posee en la actualidad  116 máscaras (antes tenía muchas más) y por ellas sale agua fresca y pura.

El puerto de Dubrovnik es sin duda otro punto importante de la ciudad, la actividad desarrollada a lo largo de los años en él aportó mucha riqueza, era su medio principal de vida hasta la llegada del turismo. En cualquier caso, hoy en día el puerto sigue siendo una puerta de riqueza a la ciudad ya que son numerosos los cruceros que repletos de turistas recalan en estas tierras.

Otro punto de interés en Dubrovnik es la Catedral de la Asunción de la Virgen María, es un edificio barroco reconstruido tras el terremoto de 1.667 el cual destruyó una buena parte de la ciudad. Originariamente la Catedral se levantó en el siglo VII con estilo bizantino, renovándose en el siglo XII como iglesia románica. Por la noche la Catedral está muy bien iluminada, como el resto de la ciudad.

Por otra parte, resulta imprescindible visitar y descubrir el Casco Antiguo de la capital, está lleno de intrincadas callejuelas y magníficos edificios que son testimonio de la hermosura de esta ciudad. El Casco Antiguo tiene un rincón diferente a cada paso, está repleto de pequeñas y encantadoras tiendas, y muchos restaurantes con buena comida y no muy cara.

Esta zona constituye uno de los lugares más hermosos de la ciudad, asombra por el empedrado del suelo de un ocre casi blanco muy brillante. La luz del sol incide sobre este suelo y aunque durante el día resulta precioso, conforme se apaga la luz del sol, se transforma en fascinante otorgándole a la ciudad una distinción difícil de igualar.

Dubrovnik es un lugar digno de ser visitado también por la noche, parece otra ciudad, con mucha vida y alegría, con un enorme encanto.

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