Situado en un entorno arbolado y tranquilo el ArenbergKasteel es una buena muestra de edificio centenario, procede del siglo XIV, dedicado a la docencia desde que fue donado a la Universidad en 1916.

No hay que olvidar la fábrica de cerveza Stella. En Lovaina se fabrica desde el siglo XVI y ha sido uno de los motores económicos de la ciudad desde entonces. Se pueden realizar visitas guiadas y degustaciones en la propia fábrica.

En un país que no se caracteriza por su intensa vida callejera ni su afición a la fiesta, Lovaina es una isla, gracias precisamente a su población estudiantil. Calles y plazas bullen de actividad de gente joven que se mezcla con el visitante y el autóctono.

A muy poca distancia de la estación de tren (si llegas por este medio puede ser tu primera parada), al igual que la fábrica Stella, encontrarás la Oude Markt o Plaza Vieja. Aquí vas a poder elegir entre docenas de terrazas y compartirás barra y mesas con una multitud de estudiantes que se congrega aquí cada día. Es uno de esos puntos de encuentro valorados por viajeros de todo el mundo por su ambiente abigarrado y cosmopolita.

Para comprar, nada mejor que la Dietsestraat, pequeña calle peatonal dedicada al comercio y a la restauración donde aprovisionarse de recuerdos y regalos que llevar a casa.

Si buscas dónde comer o cenar, no te preocupes, la oferta en Lovaina es amplia y variada. Seguramente todas las cocinas del mundo están representadas en sus restaurantes. Timory o Ribs ofrecen cocina belga, por si te apetece probar algo típico. Y si lo que te inquieta es el precio, tranquilo. Estás en una ciudad universitaria, apta para todos los presupuestos.

Lovaina es una pequeña joya por la que hay que callejear, descubrir los rincones, los pequeños detalles. Incluso su jardín botánico se pensó en miniatura. Una ciudad accesible, llena de ambiente festivo pero también impregnada de la pátina del estudio y los saberes.

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