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Malta, un poco de todo

Artículo sobre Malta, enviado por Chris Laugher y publicado el 08/05/2012

     


Llegó el verano sin planes, quería playa, también practicar mi inglés de academia. Estados Unidos era caro aunque el dólar no estuviese en su mejor momento; Inglaterra o Irlanda significaba olvidarme de la playa y el resto de los países anglófonos estaban demasiado lejos para los ocho días de los que disponía. Concluyendo, quedaba la desconocida Malta: mar, clima mediterráneo, diversión e inglés, todo a un precio razonable.


/La capital, Valletta
La capital, Valletta, por edgebrook

De los ocho días decidí dedicar la mitad para descansar: playa y juerga nocturna; el resto, recorrido por la República de Malta.

Son tres las islas que forman este país, Malta, Gozo y Comino, con poco más de 400.000 habitantes los cuales viven del turismo, la piedra caliza y en menor medida de la agricultura. Moneda, euro.

De acuerdo, ya sabía lo fundamental, ahora a disfrutar y a respirar cultura.


Primera parada, La Valletta, capital de Malta. Resulta imprescindible un paseo por esta ciudad  pequeña, amurallada y, deliciosa. La Valletta es para “patear”, se recorre enseguida pero se vive a cada paso.

En esta ciudad visité la Cocatedral de San Juan Bautista (también llamada Concatedral, la diferencia no es para perderse….), el edificio religioso más importante de la isla, por fuera es austero pero dentro el barroco lo inunda todo con su estilo exquisito.

Posteriormente me dirigí a Bastion Square donde disfruté de unas vistas impresionantes del paisaje circundante y de la Bahía de San Pablo. Merece la pena sacar la cámara de fotos y permitir que plasme los edificios iluminados por el sol mediterráneo.

Rabat, sus iglesias barrocas, sus catacumbas y hasta una villa romana; un lugar dónde te preguntas realmente cuál es el país que estás visitando, la influencia italiana lo inunda todo.

La Ciudadela de Mdina destaca por sus edificios normandos y barrocos. Ésta es la antigua capital de Malta y cuenta con más de 3.000 años de antigüedad.

Tras las iglesias y las pequeñas ciudades, necesitaba algo más singular, así que, ya comenzando el segundo día y, tras dejarme tirado el coche de alquiler por segunda vez (son baratos pero la probabilidad de que se estropee es alta), me dirigí, todo sea por calmar el síndrome del turista, a Blue Grotto en la zona suroeste de la isla de Malta donde comprobé porqué este país vive de la piedra caliza. Hay cuevas con paredes de caliza que reflejan los brillantes colores de los corales y los minerales, la cámara de fotos echaba chispas.


Continué hacia los yacimientos arqueológicos de Tarxien con un templo neolítico y el Hipogeo con sus cámaras subterráneas de enterramiento construidas hace 3.000 años.

Tras tanta cueva, buscaba mar. Cogí un ferry a la Isla de Gozo, ésta es más tranquila y verde que Malta y, no me resistí a lanzarme al agua, sin tumbarme eso sí disfrutando al atardecer de un paseo agradable por el casco antiguo de Victoria, la capital.

Al día siguiente, el tercero, las fuerzas y el coche flaqueaban así que tomé un ferry a la isla de Comino para disfrutar de una isla casi desierta. Sin coches ni carreteras caminé entre polvo y piedras y, saboreé la soledad en las playas.

El último día de visitas lo dediqué íntegramente  a mi gran afición: los Clic de Playmóbil. Vi  cómo fabricaban a mis grandes amigos de la infancia; indescriptible, irresistible, lo mejor de Malta!!

Y el quinto día: Playa!!!!



/La espectacular Blue Lagoon, en Comino
La espectacular Blue Lagoon, en Comino, por albir

El resto de los días fueron como vivir el Caribe: sol, agua cristalina y práctica de inglés.

Merece la pena: Malta es un país sin sorpresas, pero tampoco defrauda.

De la juerga nocturna… os hablo otro día.




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