El Principado de Liechtenstein es uno bello enclave centroeuropeo rodeado al este por Austria y al oeste por Suiza. Es uno de los estados más pequeños del mundo y es considerado un paraíso fiscal lo que le permite contar con una importante estructura financiera que es su principal motor económico. Pero además, es un paraíso natural para el turista pues cuenta con avanzadas infraestructuras y complejos hoteleros para disfrutar de las numerosas actividades que ofrece este territorio tanto en verano como en invierno.

Los orígenes históricos de este Principado están fuertemente vinculados a Alemania y Austria. Durante el siglo XVIII, Johann Adam Andreas fue el artífice de la soberanía del territorio. Tras adquirir el señorío de Schellenberg y Vaduz en 1719 se convierte en Principado del Sacro Imperio. Un siglo más tarde adquiere la soberanía tras unirse a la Liga del Rhin.  Gracias a su pequeña extensión ha podido mantener su soberanía a pesar de las importantes guerras, especialmente en el siglo XX, que asolaron la zona.

Liechtenstein tiene 160 km², y está situado en el Valle del Rhin. Se trata de un territorio montañoso que forma parte de los Alpes, lo que favorece la atracción de numerosos turistas para la práctica de deportes de invierno. Este es, sin duda, una de los aspectos interesantes del Principado.

La estación de Malbun-Steg es un lugar privilegiado para la práctica del esquí, el snowboard y otros deportes asociados al disfrute de la nieve. Se encuentra en una altitud moderada lo que facilita el acceso y la diversión para toda la familia.

Y es que Liechtenstein presume de ser un destino muy indicado para familias con niños. Esto se debe a su pequeña extensión y a la variada oferta de actividades para los más pequeños que existe en el Principado.

A buen seguro que los niños y los mayores disfrutarán en la capital Vaduz, especialmente de su castillo. A pesar de no admitir visitas -es la residencia privada de la Familia Real- es fascinante admirar desde el exterior este imponente castillo en una de las colinas de Vaduz. Su origen data del siglo XIV  aunque, obviamente, ha sido remodelado para dar cobijo a los Príncipes y su familia.

Una de las mejores maneras de disfrutar de Vaduz es seguir el camino a Känzeli para tener unas magníficas perspectivas de la ciudad y del evocador Valle del Rhin. La capital cuenta demás con un interesante museo de arte contemporáneo. Dentro un curioso cubo negro se muestra una buena colección de arte del siglo XX al que se añade varias obras de la colección real.

A destacar también el Museo Nacional, el Museo Filatélico y el Museo del Esquí. Este último, cuenta con verdaderos tesoros que narran la historia de este centenario deporte invernal. Si te interesa el vino, pásate por la Bodega de la Corte, donde podrás degustar los caldos de los viñedos del Príncipe.

Otra forma de conocer Vaduz es utilizar el tren municipal que hace un recorrido por la ciudad. Y a pie, recorre las zonas de Mitteldorf y Oberdorf en el casco antiguo de la ciudad con grandes muestras de arquitectura privada residencial.

Además de la capital, puedes acercarte a Schaan al norte de Vaduz, famosa por sus teatros. Y, por supuesto, visitar el fantástico entorno natural de Liechtenstein. Además de esquiar existen bellas rutas para hacer senderismo. Más de 400 km de rutas señalizadas para los amantes de la naturaleza. Y si te apetece subir más alto, prueba a hacer cumbre en algunos de los picos que se encuentran el territorio del Principado.

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