Dublín, el pantano negro en gaélico, es la efervescente capital de la República de Irlanda. Una ciudad joven y cosmopolita, que es uno de los destinos más frecuentados en las Islas Británicas. Se debe, por supuesto, a su condición de capital de Irlanda, pero también a su carácter abierto y lúdico. Dublín es una urbe de gran interés para el viajero, y a lo largo de sus calles vivirá experiencias inolvidables.

Su denominación proviene de las marismas que se formaron por el ensanche del desaparecido río Poddle que constituían un lugar propicio para el desembarco de las naves vikingas a lo largo del siglo IX. A partir de esas fechas, Dublín comenzó a erigirse en la población más importante de la isla. En el siglo XII vivió su segunda gran invasión, esta vez de los anglonormandos. A partir de ahí comienza la convulsa relación de la ciudad y el país con los ingleses.

Durante siglos, los dublineses mantuvieron una actitud beligerante hacia los invasores aunque con el paso de los años la asimilación fue evidente. A principios de siglo XX, los fuertes vientos de independencia sobre la Corona Británica soplaron por toda la ciudad hasta que en 1921 Dublín se convirtió en la capital de la República de Irlanda, no sin atravesar momentos duros que tuvieron como consecuencia graves daños en la urbe.

Durante los años 90 Dublín, como el resto del país, vivió un boom económico que se tradujo en una gran efervescencia cultural y comercial. Los últimos años ha revertido esta tendencia  ya que el país está siendo uno de los más afectados por la crisis. No obstante, sigue siendo un destino apasionante para el viajero, existiendo un gran número de lugares que ver en Dublín.

La cultura irlandesa tiene uno de sus centros más importantes en el Trinity College. La Reina Isabel II instituyó está universidad en 1592 en las afueras de la ciudad, pero con el crecimiento de la misma se encuentra en la actualidad en uno de los lugares más céntricos.  La entrada es gratuita pero es recomendable la visita guiada que incluye la Old Library, la cual cuenta con una fantástica colección de manuscritos.

Y hablando de cultura el viajero no puede dejar pasar la oportunidad de seguir la huella de uno de los escritores más importantes de la literatura universal del siglo XX: James Joyce. Su célebre novela Ulises, ambientada en la ciudad es todo un símbolo de Dublín. Cada 16 de junio, los aficionados a la obra de Joyce hacen un recorrido por las calles siguiendo a Leopold Bloom, el protagonista de la novela. La ciudad cuenta con varios lugares consagrados al escritor irlandés como el James Joyce Centre o el James Joyce Museum.

Como complemento a estas visitas culturales el viajero puede acercarse a la Chester Beatty Library, que cuenta con una de las mejores colecciones de libros antiguos, códices y pergaminos de Europa. Y si lo que buscas es arte contemporáneo, no debes perderte el Irish Museum of Modern Art en un entorno incomparable y con obras de genios como Picasso o Miró.

Si estás cansado de pasear ha llegado el momento de relajarse en el St. Stephen’s Green, el pulmón verde de la capital irlandesa. Nueve hectáreas de jardines y estanques para descansar mientras llega la noche.

Los irlandeses son famosos por su afición a la buena bebida. La cerveza Guinness es un símbolo nacional. Por ello, no puedes dejar de acudir a la Guinness Storehouse, hogar de la cerveza negra más famosa del planeta y lugar más visitado de Dublín. ¿Y que de decir del whisky irlandés?   La Vieja Destilería de Jameson, es otro sitio indispensable para el viajero, donde podrás rastrear la historia del famoso whisky dublinés, además de probar un vasito al término de la visita.

Y si aun estás sediento, Temple Bar es uno de los barrios más efervescentes de Europa. Con una innumerable cantidad de locales y pubs, esta zona de Dublín es un hervidero de juventud dispuesta a pasárselo bien.

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